Golfxs con principios

Llega un momento en la vida...

leilalilium - deviantart.com


...en que un resorte dentro de ti hace click, y empiezas a cuestionarte todo lo aprendido y experimentado acerca de algo en concreto. Las costumbres de la sociedad o el entorno donde vives, tus propias costumbres, tus emociones, la gestión de tus relaciones, etc. Llevar el timón de tu existencia a veces se te olvida, y te mueves en modo automático. 

Muchas cosas deben pasar por una cabeza antes de tomar una decisión. A veces tomamos decisiones o mantenemos afirmaciones por mera costumbre. El cerebro se cansa de tomar decisiones conscientes en todo momento. Pensar y cuestionarse las cosas, es algo que agota. Sin embargo, cuando te animas a hacerlo, descubres que, en la mayoría de las ocasiones, las cosas que hacemos o decidimos suelen ser las que se consideran normales en nuestra sociedad. La normalidad es otro tema muy interesante, pero no es el caso. 

Tomar el control y actuar realmente según nuestra voluntad es complicado. Si no lo has hecho nunca cuesta mucho dar el primer paso. Si lo haces de vez en cuando, y sólo en algunos temas, es sólo cuestión de tiempo ir planteándose cada vez más cosas. 

Bueno, tanta filosofía mundana viene porque he entendido que es necesario que nos abramos de mente y de cuerpo, y nos demos el lujo de disfrutar al máximo, porque las experiencias y las sensaciones son los mejores tatuajes que podemos grabar en nuestra piel, y nuestra memoria. Después de muchos años, y considerándome desde siempre una persona liberal y tolerante, al fin he comprendido que el modo tradicional de relacionarse con otras personas, que de forma casi automática adoptamos cuando nos iniciamos en el amor y/o sexo, no tiene por qué ser exclusivo. Que sea lo más común, no implica que sea lo mejor. Véase corrupción política por poner un ejemplo. 

Descubrirse a uno mismo cuesta mucho, y no es algo que se alcance a una determinada edad y ya está. Es algo constante y va evolucionando con los años. Influyen gran cantidad de factores internos y externos, y debemos ser honestos con nuestros deseos. Y por supuesto, con principios. 

He sido educada en la tolerancia y el respeto ante cualquier diversidad ideológica, funcional, sexual, etc. Porque al fin y al cabo, todos somos compañeros del mismo piso. En mis épocas de soltera he experimentado y disfrutado todo lo que he querido, a estas alturas de la película, hacerlo es lo más normal. Pero la pareja tradicional monógama, con matrimonio o no, sigue siendo el estándar cuando compartes tu vida con alguien. Plantearse el por qué debe ser así, no es fácil. Pensaremos que realmente es lo que queremos, y cuando surgen opciones alternativas, la primera reacción es la negación. Es natural por otra parte, que el cambio asuste, y más cuando es un cambio poco aceptado en la sociedad. Pero es importante cuestionarse los motivos, y tratar de tomar decisiones propias basadas en los deseos reales de cada uno, y de cada época.

Si habéis llegado a ese momento en la vida, os invito a que echéis un ojo a esta web interesantísima sobre el sexo no convencional pero consciente, Golfxs con principios

Y aunque suene a topicazo de manual, sólo vivimos una vez, y en ocasiones es menos tiempo del que imaginamos.

El SOP, los anticonceptivos y el sexo

Los últimos meses he experimentado importantes cambios hormonales y por extensión, de personalidad. Y es que la primera medida que toma un ginecólogo cuando diagnostica el síndrome de ovarios poliquísticos es recetar anticonceptivos. Al menos, en mi caso, me aconsejaron (el ginecólogo que me las recetó, hace 10 años ya) que las tomara de forma indefinida a largo plazo, ya que, como bien sabéis, el SOP no se cura. 

Pues bien, los primeros años de tomar Diane 35, al parecer el fármaco más habitual entre las SOPeras, la vida me cambió a mejor en muchos aspectos. Además de los cambios físicos, como la disminución considerable del vello corporal y la desaparición de granitos, también empecé a disfrutar de periodos regulares, sin molestias y casi sin enterarme. Ni qué decir obviamente, de la comodidad a la hora de tener relaciones sexuales con tu pareja estable (sobra decir que aunque tomes anticonceptivos orales, el condón es obligatorio si tu compañero de cama no es estable).

En estos 10 años que he estado tomando Diane 35, sólo con una breve interrupción por otras causas, de un par de meses, la evolución de mi cuerpo, los ciclos hormonales, mis estados de ánimo, mi líbido, y mi forma de pensar acerca de la sexualidad y la feminidad, han cambiado. Obviamente no todo se debe a las pastillas, porque las experiencias personales, el propio crecimiento y madurez de cada una, y los cambios naturales en el cuerpo, influyen. Sin embargo, ahora, que llevo 6 meses sin tomarla, puedo decir que el cambio ha sido radical. En general, a mejor.

Desde hacía un par de años, y comparándome con años anteriores, empecé a percibir que mis ciclos y mi estado en general iba cambiando poco a poco. Mis reglas eran cada vez más dolorosas y abundantes, sufría migrañas horribles todos los meses, tenía dolores por todos lados que me duraban varios días... Por no hablar de unos cambios de humor muy bruscos, de pasar de la tristeza absoluta al asco o a estar molesta con todo. Y sin duda, lo que más me afectaba a nivel emocional, fue la disminución progresiva de la líbido y las ganas de tener sexo. Cuando vives en pareja, es un problema, porque aunque a nivel emocional/personal puede que no tengas ningún motivo para no hacerlo, es algo que simplemente te ocurre y eres incapaz de controlarlo. 

Con todos estos problemas que cada vez iban a peor, y recordando que ya habían pasado 10 años desde la primera receta, decidí que ya era hora de tomar un descanso. Lo consulté con mi actual ginecóloga y no sólo estuvo de acuerdo conmigo, sino que me lo recomendó encarecidamente. El SOP no tiene cura, pero el tratamiento hormonal sólo es un complemento para aliviar síntomas y controlar la actividad de los ovarios. En estos casos, los descansos temporales son muy recomendables. ¡Y vaya si lo recomiendo!

A pesar de haber recuperado algo de vello corporal en zonas recónditas y no tan recónditas, de los molestos granitos que vuelven a aparecer, y de la incertidumbre de no saber cuándo vas a sangrar, a pesar de todo estoy más que satisfecha de haberlas dejado. Han desaparecido los dolores y las migrañas, y he recuperado mis ganas con extra bonnus. 

Y esto se traduce en un cambio brutal a todos los niveles vitales. Volver a disfrutar con todas las ganas de tu vida sexual, de tus emociones controladas, y todo en un período relativamente corto de tiempo, me da la sensación de que los últimos 10 años otra mujer ha habitado mi cuerpo. ¡Hay días que no me reconozco!

Así que os animo a que, en la medida de lo posible, de vez en cuando descanséis de los anticonceptivos, al menos los más fuertes recetados para el SOP, porque recuperar el control sobre el cuerpo y la sexualidad es clave para tener una vida plena.

Las barbas, de moda hasta en el porno

Ayer hice un descubrimiento muy valioso al encontrarme con A four chambered heart, una productora erótica que apuesta por el porno alternativo y que va más allá del sexo repetitivo y plano de la mayoría del cine x convencional. 

Sin duda gran parte del público al que va dirigido es el femenino, pero también atrae a hombres que buscan algo más sensorial, más cómplice, más poético y por qué no decirlo, más real. Todo eso sin dejar de lado la sexualidad y la excitación, que no les falta. Ante todo son buenos proyectos cinematográficos, que cuidan la calidad estética tanto o más que el contenido erótico. 

Para poder disfrutar de su trabajo es necesario registrarse y suscribirse a sus contenidos, pero ofrecen a cualquier visitante la posibilidad de ver algunos trailers de sus vídeos. No los he visto todos, pero me quedo con este protagonizado por una pareja encantadora. 





Página uno

Hace más de diez años que dejé de escribir mi diario. Empecé cuando tenía 9, y continué de forma más o menos constante, durante mi pubertad y mi adolescencia. Con las hormonas y los cambios, la escritura era algo terapéutico, y sin duda me ayudó en momentos clave a reflexionar y no hacer las cosas a lo loco.

Tuve una pubertad temprana. Mi primera menstruación fue a los 10 años, y por suerte ya me habían hablado de ello las mujeres de mi familia, y había podido informarme algo por mi cuenta. Pero recuerdo que lloré y estuve triste un tiempo. Ocurrió en verano. Quizá por eso esa estación del año es diferente que el resto para mí. Ligada también a las vacaciones en la casa de campo de mi familia, la piscina, la naturaleza y la desconexión casi total del mundo. Con los años, el verano y el poder pasar unos días en esta casa, rodeada de tierra y vida, se han convertido en imprescindibles para mí. Si tuviera que elegir un sitio donde vivir para siempre, no elegiría otro.

Volver a retomar mi diario es algo que no me había planteado nunca desde que lo dejé. Con la llegada de la universidad y mi primera relación estable, las hormonas se calmaron y mi vida empezó a formarse, mi vida como adulta. Todo eran experiencias nuevas y positivas, pero ya no tenía la necesidad de plasmarlo por escrito, porque me sentía totalmente conectada conmigo misma. Cuando empiezas a conocerte y a tomar cada vez más decisiones sobre tu vida, las reflexiones se hacen de otra manera. En la adolescencia, escribir un diario es la manera más fácil y eficaz de hablar contigo misma. Hacerlo de otra forma a veces es un poco caótico.

Sin embargo, ahora que me acerco a los 30, hoy he decidido volver a escribirme, a dedicar unos minutos al día a reflexionar sobre los cambios que he experimentado en los últimos años, y sobre todo para ver si así consigo de una vez por todas concienciarme (o re-concienciarme) de un asunto vital para mí. Con 17 años me diagnosticaron el síndrome del ovario poliquístico (SOP), y prácticamente desde ese momento hasta ahora, he tomado regularmente y sin pausa, las píldoras anticonceptivas Diane35, recetadas por mi ginecólogo de aquel entonces. En todos estos años he tenido cuatro ginecólogos diferentes, por varios motivos. Y ninguno me cambió el tratamiento. Hace más de un año que no voy a revisión, y en unas semanas tengo cita. Mi intención es pedirle a mi ginecóloga que me quite las pastillas y que busquemos una solución alternativa. Los motivos son muchos, y básicamente esto es lo que me ha llevado a escribir de nuevo.

En diez años he pasado olímpicamente del SOP y de todo lo que conlleva, a pesar de haberme informado correctamente cuando me lo diagnosticaron. Por eso decía antes lo de re-concienciarme. Es como los fumadores que saben que fumar es malo, y siguen haciéndolo. Yo me tomaba mi pastillita diaria, y arreglado. Sí que es verdad que durante los primeros años mis períodos eran mucho más agradables en cuanto a dolores y molestias. Pero el inconveniente de los anticonceptivos es que eliminan los síntomas del SOP, pero no las causas que los provocan. Por tanto, el problema sigue estando ahí. Cabe decir que el SOP no se cura así como así, puedes paliar los síntomas que provoca, y controlar en mayor o menor medida sus consecuencias sobre la salud, pero siempre lo tendrás, activo o dormido. Los anticonceptivos lo duermen, pero cuando el cuerpo se acostumbra a ellos, la reacción es peor que antes de tomarlos por primera vez. Es lo que me está pasando a mí.

Desde hace ya tiempo, he vuelto a sufrir unos dolores terribles, tanto abdominales como migrañas, siento que he engordado mucho, mis niveles de colesterol y triglicéridos han subido, he perdido deseo sexual, y la semana previa me entra una depresión de caballo, como nunca antes había tenido. Padecer esto cada mes no es agradable, y tampoco es natural. Así que, a falta de consultar con mi ginecóloga, mi intención es dejar de tomar las pastillas, y de verdad tomarme en serio mi salud y mi estilo de vida actual, hacer un esfuerzo por bajar de peso y llevar una vida sana. He leído que llevando una vida sana y tener un peso adecuado según tu constitución, los síntomas que produce el SOP se reducen, o incluso desaparecen, porque el sobrepeso y el trastorno metabólico son causas directas de la aparición del SOP por primera vez.

Llevo aproximadamente un año leyendo blogs sobre vida alternativa y consciente, feministas, menstruación, etc. Obviamente no he cambiado mi vida de forma radical, muchos de estos blogs promueven el veganismo y la ecología absoluta, aspectos muy complicados de adoptar de forma rápida y segura. Pero sí que he ido cambiando algunas pequeñas cosas, que sumadas unas a otras, me están transformando en una mujer que me gusta mucho. Los cambios no deben ser siempre inmediatos, cada cosa tiene su ritmo, lo importante es empezar y perseverar.

Necesito volver a re-conectar conmigo y sé que estoy a tiempo. Nunca he estado a favor del canon de belleza actual, ni del auto-machaque al que las mujeres nos sometemos con eso de ser delgada y guapa. Uso una talla 48 española (UK 18) y desde que soy consciente de mi condición de mujer, no he tenido complejos estéticos. Defiendo el michelín, la celulitis y los pelos. Pero cuando se trata de salud, hay que tomar las riendas.

Los problemas graves del SOP a largo plazo son el desarrollo de diabetes de tipo 2, infertilidad, obesidad, enfermedades cardiovasculares, y creo que no me dejo ninguna importante. Todas, salvo la infertilidad, se pueden prevenir con hábitos de vida saludables y una auténtica concienciación contigo misma. La mayoría de los problemas de fertilidad hoy en día se pueden resolver, pero los otros problemas son realmente graves y a la larga causan mortalidad. Es algo que sé desde que me lo diagnosticaron y empecé a informarme, pero nunca he hecho demasiado caso. Sé que estoy a tiempo de revertir estos años de descuido, pero en el momento en que decida que ya no hay vuelta atrás, debo ser totalmente consciente de que estos cambios en mi estilo de vida van a tener que ser de por vida. Tener que asumir esta gran responsabilidad es lo que me ha hecho pasar del tema todos estos años. Tener que renunciar a muchos alimentos (soy de buen comer), y tener que hacer actividad física de forma regular. Antes de la universidad iba al gimnasio todos los días, no se trata de pretender volver a tener 16 años, pero es importante que me responsabilice de una vez por todas de mi salud. Por mí, por mi pareja, por mi familia, y por los hijos que quiero tener.

Aún faltan unas semanas para la cita con mi ginecóloga, pero necesito poner el reloj ya en marcha. Las píldoras prefiero no dejarlas sin consultarla, pero el blister que me queda desde luego me lo voy a tomar con bastante rabia. Estos días tengo que empezar en serio a hacer algo por mí salud. No sé por dónde empezar, supongo que por la comida, y con el ejercicio. Y además ahora, estando de vacaciones en plena naturaleza, no tengo excusa para no salir a caminar, o nadar. Todos los días escribiré sobre las cosas positivas para mi salud hechas en cada jornada. Y debo encontrar la forma para motivarme y no tirar la toalla, son muchas las razones. Desde luego la estética es la menos importante.

En fin, querido diario... échame una mano para ser fuerte y dejar de castigar mi salud. Sólo depende de mí, pero a la larga, si no hago nada, lo sufrirán las personas que me rodean.


Quiero ser positiva, mañana empezamos.
Pasaban ya las doce de la noche, y en medio del silencio sonó el timbre de la puerta.

- Oh, Ada, ¿en qué puedo ayudarte? ¿Deseabas algo?
- ¿Te vienes conmigo?
- La duda ofende, por supuesto que sí. Estoy aquí para cumplir tus más oscuras fantasías.
- Entonces termina lo que estés haciendo, y coge lo que necesites, acompáñame.
- ¿A dónde quieres llevarme?
- Bueno, cuando lleguemos lo sabrás. 

Salieron del portal y caminaron un buen rato por las calles del centro, sin casi hablar. Él no podía imaginar a dónde se dirigían. Apenas se veían una o dos veces al año, y siempre era de improviso. Después de unos minutos, se detuvieron frente a un edificio pequeño en cuyo bajo comercial había una tienda de alimentación china. 

- Por fuera no tiene nada de especial, pero dentro nos están esperando.
- ¿Quién nos espera?
- Ahora tienes que cerrar los ojos y entrar conmigo, y quedarte en silencio, aunque a mí puedes hablarme en voz baja. Descálzate y sígueme, como puedes oír y sentir, todo está en calma.

Atravesaron un vestíbulo oscuro y en silencio, después de dejar los zapatos y las chaquetas en una silla.

- De acuerdo, me fío de ti al fin y al cabo.
- No podía venir sola y eres el compañero más apropiado. Ahora siéntate en esa silla alta y relájate.
- ¿Por qué? ¿Dónde estamos?... ya me siento.
- Abre un poco la boca y prueba con la lengua lo que se te ofrece, ¿que sientes?
- Algo salado, un par de dedos mojados en algo.
- Muy bien, ahora si me permites, tengo que quitarte la ropa. No abras los ojos todavía.
- En absoluto, me gusta estar desnudo delante de ti.
- ¿Seguro?
- Mucho.
- Eres un buen chico, ahora voy a sentarme encima de ti y puedes tocarme si quieres. Si notas algo en los pies no te asustes. 
- No me asusto, me gusta tocarte mientras tanto. Desde tu cuello hasta tus pechos, donde pueda.
- No estás atado, así que puedes tocar donde quieras. Incluso puedes desnudarme.
- Me gusta la idea de quitarte la ropa con mis manos, quitar tu blusa y tu sujetador, tocando cada centímetro de tu piel en el proceso.
- Recuerda que no debes abrir los ojos.
- Por supuesto.

Aparentemente estaban en un lugar silencioso, pero se escuchaban algunos gemidos suaves y susurros alejados. 

- Veo que estás muy excitado... ¿puedes imaginar dónde estamos?
- ¿Alguna clase de club? ¿Hay más gente viendo lo que me haces?
- Puede.
- ¿No te importa que te desnude por completo con más gente en el fondo? ¿Que te vea quien quiera
haciéndome y haciéndote yo cosas?
- Bueno, tú ya estás desnudo del todo, pero es posible que nadie esté mirando. Pero termina de desnudarme, me encanta sentir tus manos.
- Me entretengo demasiado con tus pechos, perdona. Desabrocho tu falda y deslizo tu ropa interior
pero dejo tus medias, me gustan mucho tus piernas y meter mis manos en ellas.
- Bueno, levántate y ven conmigo. Mientras caminamos puedes ir pegado detrás de mí, para no tropezar. 
- Pues no separaré mis manos de tu cuerpo. Y espero que las notes recorriéndote entera, porque no dejaría un rincón sin tocar.
- Ahora no te separes de mí, vamos a atravesar un pasillo con las paredes muy estrechas, calientes y
sudorosas.
- ¿De qué son las paredes?
- Están llenas de cuerpos desnudos y manos que nos tocan a medida que lo atravesamos.
- ¿Y a dónde lleva ese pasillo de manos? Todas me están tocando.
- Ahora que hemos llegado al medio del pasillo, nos quedamos totalmente rodeados, puedes abrir los
ojos. Como ves, otras personas desnudas se acarician a nuestro alrededor, pero todos llevan los ojos vendados, nadie nos ve, pero nos sienten.
- Acaricio piernas y manos mientras te veo completamente ante mí, y empiezo a tocarme delante tuya, quiero que lo veas, como siempre.
- Podemos disponer del resto de gente como queramos. Voy a ordenar a dos o tres mujeres que te sujeten de brazos y piernas.
- Eso me gustaría.
- Ordeno a otra que empiece a tocarte entre las piernas, mientras yo me pongo delante de ti.
- Noto cómo me están tocando mientras no dejo de mirarte.
- Ahora cierra de nuevo los ojos, y tienes que adivinar en qué momento soy yo quien te está tocando.
- Interesante...

La primera mujer desliza los dedos suavemente por su vientre, hasta llegar a su sexo, lo agarra con la mano y le masturba despacio y con delicadeza. La segunda pone directamente la lengua sobre la punta, y la recorre entera lamiendo y besándola, mientras con una mano la sujeta. La tercera se acerca y se queda de pie enfrente de él, presionando los pechos contra el suyo, y con una mano agarra su sexo y lo desliza entre sus piernas, notando su humedad y calor. 

- Venga, te lo pongo fácil y sólo debes elegir entre esas tres. ¿Cuál de ellas era yo?
- Tú serías la segunda, sé lo mucho que te gusta sentirla en tu boca. ¿Acerté? ¿Tengo premio?
- ¿Quieres saberlo? ¿O prefieres recibir castigo en caso de haber fallado?
- Quiero saberlo, y, si he fallado, recibir mi castigo o mi recompensa si he acertado.
- Pues entones debes acompañarme sumiso al potro del dolor.
- Antes debo saber cuál eras.
- La última.
- Dudé con ella, no sabía qué deseabas más. Te sigo, aunque lástima de recompensa.
- Si soportas bien el dolor, tendrás un premio de consolación.
- Entonces aguantaré lo que pueda.

Caminaron despacio unos metros, y llegaron a un rincón apartado donde había un potro en el suelo, con algunos amarres. En las paredes había algunos ganchos con varios instrumentos colgando.

- Te dejo elegir cómo quieres colocarte, boca arriba o boca abajo.
- Boca arriba
- Piensa que vas a recibir dolor...
- Soy de los que piensan que no todo es dolor.
- Bueno, voy a tener que atarte las manos por encima de la cabeza.
- No tengo objeción.

Ada cogió de uno de los ganchos una bolsa de tela y sacó su contenido. Se trataba de un juego de anillos-garra plateados. Se dirigió a él para mostrarle cuál iba a ser su castigo.

- Veo que tienes una buena colección de objetos guardados y pensados. ¿Qué harás con ello?
- Coloco mis dedos sobre tus hombros, y voy bajando por tu pecho, clavando las garras en tu piel y
dejando una marca blanca. Como detalle te muerdo un pezón, y sigo arañándote hacia abajo.
- El dolor se nota, pero no apartaría la mirada de ti.
- Te lo mereces por no haber reconocido mi olor al tenerme pegada a ti antes.
- Eso es justo, me lo merezco.
- Sigo bajando con las garras hasta tu vientre, y aprieto con fuerza alrededor de tu pene, aunque el vello me dificulta la tarea.
- Debes notar lo excitado que me tienes.
- Si aguantas estoico tendrás tu premio de consolación.
- Aguantaré entonces como pueda.
- Sigo bajando por tus muslos, pero al llegar a tus rodillas retrocedo y voy subiendo de nuevo, deshaciendo el camino. Subo de nuevo por tu pecho, arañándote... y bueno, has aguantado bien, aunque tampoco era demasiado dolor.
- Eso es cierto.
- Voy a darte tu recompensa.
- Excitado me tienes, eso seguro.
- Sin soltarte las manos, me coloco encima de ti dándote la espalda, y lentamente voy bajando mi boca hacia tu sexo, desde tu posición tumbada puedes verme por detrás.
- Me encanta esa vista, te lo aseguro.
- Y a mí comerme tu polla tan dura y gorda.
- Muchísimo. Me encanta verte en esa postura y en esa vista, y sentir tu boca caliente.
- Así a horcajadas sobre ti, te humedezco el pecho con mis jugos, mientras sigo jugando con mi boca y mis manos con tu sexo.
- ¿Y yo cuándo podre tener el tuyo en mi boca?
- Bueno, de momento mando yo.
- Me dejo hacer entonces.
- Me deslizo un poco hacia abajo de forma que froto tu pene entre mis piernas, y puedes notar la
humedad.
- Eso me encanta.

De repente y sin poder evitarlo, él consiguió soltarse de los amarres y sus manos quedaron libres, incorporándose del potro. Ada se giró y le miró con cierto asombro pero enseguida quedó rodeada por sus brazos.

- Tenía que comprobar cuan húmeda estás, y los nudos no eran complicados si sabes torcer bien las
muñecas. Y también deseaba pellizcar esos pezones y acariciar tu cuello, así que las ganas eran grandes.
- Está bien, ya que vuelves a estar en plena posesión de tu cuerpo, ¿te apetece que probemos alguna cosa del lugar?
- Quiero ponerte en el potro, manos y pies bien atados con las piernas extendidas. A plena disposición de cualquier agujero que desee usar. Y de azotarte cuando me plazca.

Mientras decía esto, amarró fuertemente a Ada boca abajo sobre el potro en apenas unos segundos.

- Pero yo no merezco castigo.
- No es castigo, es retribución por arañarme y no dejarme verte. Si lo aguantas recibirias tu recompensa.
- No tengo más remedio, no puedo moverme.
- En efecto. Notas mi mano jugando con tu clítoris, separando tus labios mientras mis dedos se introducen y hacen círculos a su alrededor. No dejo de lamer tus piernas mientras subo por tus muslos...
- Me gusta mucho.
- Al llegar a tus piernas saco mis dedos, dándotelos a lamer, tapando así tu boca mientras empiezo a introducir mi sexo en ti. Duro, largo... Sabes como es. Sin que puedas moverte voy cogiendo velocidad en tu interior, agarrándote del pelo para verte la cara mientras lo hago. Y veo placer en tus ojos.
- Empiezo a gemir muy fuerte, me encanta que te muevas dentro y que cada vez vayas más rápido.
- Separando tus nalgas para ver como entra más al fondo, yendo rápido y duro en ti. Arañándote la espalda con fuerza, clavando mis uñas incluso. Notando lo bien que entra por tu humedad...
- Quiero que sigas más fuerte.
- ¿Ah sí? ¿Cómo de fuerte? ¿Para hacerte daño? ¿Para sentirte obscena y abusada?
- Obscena es difícil que me sienta, pero puedes agarrarme con fuerza por la cintura y embestirme hasta hacerme gritar.
- Te azotaré mientras agarro tus hombros y notas como llega hasta el fondo. Una y otra vez. Gimiendo, diciendo mi nombre. Agarrándote a tus ataduras y arqueando tu espalda arañada. Quiero hacerte gritar más y más. Y con tus gemidos y tu excitación me tienes a punto de acabar en tu interior.
- Yo estoy al borde del orgasmo también, quiero que me embistas un poco más, estoy hinchada y me vuelve loca que me penetres estando inmovilizada.
- Córrete y siente mi polla atravesando tu carne. Siento tus espasmos y me encanta escuchar tus gemidos. Tu calor hace que vaya más rápido.
- Me muero de placer... No quiero que pares.
- Agarrando fuerte de tu pelo y haciendo que me mires, agarro tu cadera y la traigo a mí cuando notas
como tengo mi orgasmo en tu interior. Duro y salvaje.
- Me encanta, y no puedo parar de gritar.
- Te azotaré mientras gritas, quiero que lo hagas en alto. 
- Siento cómo me llenas, sigo gritando de placer mientras noto todo tu peso sobre mí. 
- Estoy exhausto. Te desato para que estés más cómoda y me quedo unos instantes sobre ti, disfrutando las últimas contracciones. 

Después de unos minutos de calma, ambos se incorporan y se miran con una sonrisa cómplice. Tras unas caricias, él coge a Ada por la cintura y caminan hacia la salida, esquivando cuerpos desnudos. Ya en la calle se despiden, hasta la próxima vez, no saben cuándo. No importa. Nada cambia.