-Ya están aquí. Ve a la cocina y cuando te llame sales por ahí, ¿de acuerdo?
-Sí, está todo claro.

Ada se va a la cocina, y su amigo se dirige a la puerta para abrir a los invitados.

-Hola… qué bien que hayáis podido venir todos. Espero que no tengáis demasiado en cuenta si soy mal anfitrión. Hace mucho tiempo que no recibo visitas.

Dos hombres, uno rubio y alto, y el otro castaño y con barba de tres días, y una mujer de larga melena castaña, con ojos verdes.

-No te preocupes, ya es un detalle que hayas organizado esta velada en tu casa. –dice el rubio.
-Quería hacer algo especial para despedirme de vosotros.
-Huele muy bien. ¿Has hecho un pastel? –la mujer.
-Sí, pensé que sería la opción más dulce para acompañar los licores. Bueno, entrad. Podéis dejar ahí los abrigos y lo que llevéis encima. Este es el salón. ¿Os sirvo lo de siempre, no?
-Sí, por favor. –dice el castaño.
-Bueno, como supongo que mañana tendréis que ir a trabajar, no quiero alargar mucho la noche. Así que cuanto antes empecemos mejor.
-¿Qué has preparado para nosotros? –la mujer.

El anfitrión se acerca a un reproductor de música y lo enciende, sonando una sensual canción.

-Ya lo veréis… ¡Querida, entra cuando quieras!

Entonces por el pasillo aparece Ada, caminando despacio, y se acerca a los invitados.

-Buenas noches.
-Es un placer. –dice el rubio.
-Mi amiga nos va a deleitar con un precioso espectáculo.
-Si es tan precioso como ella… entonces será perfecto. –la mujer.

Ada empieza a bailar delante de los invitados, y poco a poco se va quitando la ropa, hasta quedarse en ropa interior. Los invitados no pueden apartar la mirada de ella y poco a poco se van excitando. Acercan sus manos para acariciarla y ella los seduce con sus movimientos. Ada se acerca al hombre castaño y mirándolo con deseo, se acerca a su entrepierna.

-Si me permites, me gustaría saludar a tu amiga.
-Es toda tuya.

Ada le desabrocha el pantalón y saca un enorme miembro oscuro y ardiente, que pronto desaparece entre la carne ensalivada de Ada. Mientras, el rubio y la mujer observan con atención y lentamente se van desnudando. El anfitrión observa callado desde una esquina, y esboza una sonrisa malvada.

-¿Vas a ser buena con nosotros dos también? –dice el rubio.
-Con vosotros seré mucho mejor.
-Es encantadora. –dice la mujer.

Ada sigue masturbando al hombre castaño, y cuando éste se encuentra lo suficientemente excitado, se separa lentamente de él, acercándose a la mujer. Le hace unas señales, y ésta se acomoda en la silla, dejando ver a Ada su pequeña y poblada cueva. Ada se sumerge entre la maraña de pelo y empieza a jugar con la carne. Los otros dos se masturban sin dejar de mirar a las dos mujeres. Al cabo de unos minutos, Ada deja a la mujer y se acerca al hombre rubio, propinándole su dosis de placer. Tras un rato, se aleja.

-Sois adorables… ¡Habéis respondido enseguida!
-Es imposible no rendirse ante ti. ¿Qué vas a hacer ahora? –dice el rubio.
-Pues como os veo tan animados… vamos a hacer un juego. Quiero que os pongáis de rodillas encima de las sillas, de frente al respaldo.
-Estoy realmente excitada con todo esto… –dice la mujer. Luego se dirige al anfitrión. -¡Has preparado una velada increíble!
-Me encanta que os guste. Creo que no lo olvidaréis nunca.

Ada se acerca a los invitados, con los pañuelos, y uno a uno les va vendando los ojos.

-Ahora os tengo que poner esto. Las sensaciones se multiplicarán y disfrutaréis el doble.

Los invitados se dejan vendar, y cuando ya no pueden ver nada, el anfitrión los ata rápidamente a los barrotes de la silla, dejándolos inmovilizados.

-Este rollito no lo habíamos probado nunca… ¿A qué se debe? –dice el castaño.
-Todo a su tiempo, querido.

Entonces Ada coge el bote que le había dado su amigo, y vierte sobre las nalgas de los invitados un chorro de gel transparente.

-¿Y esto tan frío? ¿Nos vas a hacer un masaje? –dice la mujer.
-Bueno, es algo parecido… pero creo que os dará más placer.

Ada comienza a esparcir el gel, uno por uno, hasta llegar al recto, y lentamente introduce los dedos.

-¡Ten más cuidado, tía! Aún no he pasado de un dedo… –dice el rubio.
-No grites a mi amiga. –el anfitrión le hace una señal a Ada para que se aparte. –Voy a tener que castigarte por eso.
-Creo que podríamos dejarlo ya… –dice el rubio.
-Yo quiero seguir… Esto me fascina. –la mujer.

Entonces el anfitrión se acerca al hombre rubio por detrás, y sacando su verga de los pantalones, la introduce con decisión dentro de su cuerpo.

1 comentario :

  1. Aiaiai que esto está muy parado! Anímate y sigue escribiendo mas! Jejee! Un saluduuuu!

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Recuerda que el respeto es sexy!